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El hablar tu idioma en casa te complica la integración? O depende de con quien decides casarte? Carlos Rojas escribe sobre los intentos de medir el grado de integración de los ciudadanos, y las extrañas lógicas que trascienden en ellas.
¿Se van a integrar mejor tus hijos, si solo hablan sueco? Hasta los años setenta, se recomendaba a las familias multilingües que hablasen un idioma con sus hijos – el sueco. Se suponía que facilitaba el aprendizaje de la lengua sueco y que creaba menos confusión también en cuanto a la identidad y pertenencia a la sociedad sueca. Durante los setenta, nuevas investigaciones sobre el aprendizaje de lenguas matizo lo contrario: conservar la lengua materna es positivo para el aprendizaje de la nueva lengua mayoritaria. En la época que ahora estamos viviendo, con tanto énfasis en la importancia de aprender a hablar sueco, es como que hemos vuelto a la misma que hace medio siglo. Se ha convertido en un problema el hablar varios idiomas, en vez de enfocar en la importancia de aprender a hablar sueco si vas a vivir en Suecia. Y es que no creo que ningún sueco que se mudase a otro país, donde necesitaba aprender un nuevo idioma, pensaría que ese proceso sería más fácil olvidándose del sueco.
¿Qué es, en realidad, la famosa integración? ¿Cuándo puedes ser considerado integrado en la sociedad? He empezado este texto preguntando si estas más integrado si solo hablas sueco. Y es que existen científicos que utilizan esta variable como medida de integración. Por ejemplo, se ha estudiado cuantos hijos de inmigrantes de Turquía y Marruecos que hablan su lengua materna en su casa cuando han formado familia. Y esto como una medida del grado de integración de estos diferentes grupos en diferentes países. Sus cifras muestran, por ejemplo, que un 41% de los hijos de inmigrantes turcos hablan turco en su casa al formar familia, mientras que un 16% de los hijos de inmigrantes marroquís hacen lo mismo. Según estos investigadores, esto indica una mayor integración cultural en el grupo marroquí que el turco. Dejan su idioma de lado y optan por atenerse al alemán, neerlandés, sueco, o el idioma que corresponda al país donde han echado raíz.
¿Creemos en Suecia en que esto es una medida de quien se integra y quien no? ¿Y en tal caso, estamos de acuerdo nosotros, los multilingües que leemos esta revista y obviamente conservamos nuestras lenguas maternas? Antes de conocer esta manera de medir el grado de integración, nunca me había saltado la idea de que yo fuera menos integrado por hablar castellano en casa con mis hijos. Que el pasarles mi lengua materna. pudiera sabotear su integración. Pero bueno, cada loco con su tema.
El concepto ”integración” es uno de esos típicos que todos saben lo que es, pero nadie lo sabe explicar. Sabes cuando alguien esta integrado y sabes cuando no lo esta para nada. Y no se usa solo charlando entre amigos, es un concepto político que induce a propuestas del gobierno para mejorar la integración, que oscilan desde eliminar las clases de lengua materna, mejorar las guarderías o que la policía use mano dura en las zonas donde piensan que los habitantes deben integrarse mejor. Muchos municipios tienen un funcionario encargado de la integración. Muchas ONGs trabajan por la integración.
¿Pero a que se refieren cuando hablan de integración, toda esta gente? Creo que la mayoría estamos de acuerdo en que una parte es el aprender el idioma del país al que he venido a vivir, en nuestro caso el sueco. Pero no es lo único. Y sigue siendo una incógnita que relación tiene esto con lo de dejar de hablar el idioma o los idiomas que ya sabías de antes. Otros investigadores del tema han propuesto medir la integración a base de tu elección de pareja. En esta lógica, el hijo o hija de inmigrantes que de adulto forma pareja con alguien del mismo origen sería menos integrado, que si elige una pareja con otro origen. La lógica parece basarse en que esto indicaría mi capacidad de cohabitar con alguien que no comparte mi propia cultura. No es que no les entienda, les sigo la lógica, pero no me convence. Yo, por mi parte, me he enamorado de la que me he enamorado, importando poco donde nacieron sus padres.
Para mi, estas cifras de origines de las parejas, mas bien pueden revelar algo del sentir en relación a los inmigrantes de la población nativa del país del que estamos hablando. ¿Es igual de popular en una familia típica Svensson, que un hijo o una hija se case con alguien de una familia inmigrada, que con otro nativo? Está claro que aquí hay una variación muy grande, desde los que no lo aceptan para nada hasta los que le da completamente igual. Y volviendo entonces al tema: ¿qué significa la estadística que dice que en Suecia hay mas hijos de inmigrantes marroquís que forman pareja con personas de otros orígenes, comparado con Bélgica o Países bajos? ¿Se integran más aquí, que allí?
La pregunta sobre como definir y medir la integración, ha ocupado a las ciencias sociales desde que se empezó a utilizar el concepto. Los últimos años se han desarrollado ideas algo más modernas, añadiendo complejidad. Por ejemplo, analizando el grado de integración a base de un modelo con seis partes con varias variables correspondientes: psicológicas, económicas, políticas, sociales, lingüísticas y socioorientativas. Este modelo mide la integración basado en si la población inmigrada es invitada a cenar en casa de nativos, si conversan sobre la actualidad política del país, si se sienten tratados igual que otros o si ven un futuro en el país. Estas y una veintena mas de preguntas que sumadas pueden decir algo sobre el grado de integración.
Por mi parte, hace mas de veinte años que decidí no usar la palabra integración. Precisamente por ser tan imprecisa y entenderse de manera diferente por todos. Yo también he trabajado mucho con investigación y como analista social en el sector publico. Y siempre cuando funcionarios de, por ejemplo, si un municipio ha querido mejorar la situación de la población inmigrada, me ha parecido más útil precisar su deseo: ¿quieren mejorar su posición en el mercado laboral? Pues nos dedicamos a eso. ¿O es que tengan mas amigos en su barrio? Pues eso. Y podemos hacer varias cosas a la vez. Pero entonces hablamos de cada una de estas cosas, en vez de inventarnos un bloque indefinido que puede ser cualquier cosa etiquetándolo “integración”.
El concepto de integración tiene el problema añadido de que es el inmigrante el que tiene que hacer el esfuerzo debido y las elecciones correctas para conseguir un trabajo, aprender o no un idioma, adherirse al tejido social, et c. Y como yo lo veo, nos desvía de lo que es aún más importante: que la sociedad acogedora tiene que abrirse. Tener un mercado laboral que no discrimina y trata a todas y todos por igual, que invita a cenar y que quiere hacer amistades (¡o casarse!) con sus nuevos miembros, que aprecia y aupa una riqueza lingüística. Es bueno que los que pensamos así sepamos que también los científicos al final nos dan la razón. Que con tranquilidad podemos hacer estas propuestas la próxima vez que alguien comente: “Hay que hacer algo por la integración!”
Carlos Rojas • 2024-01-17 Carlos Rojas es sociologo y esta haciendo un doctorado en la Universidad de Estocolmo, donde investiga el impacto de los procesos sociales en las escuelas.